


Programa Integral para la Enseñanza del Taekwon-Do
a niños y pre-adolescentes
Hacer la diferencia...
Erase una vez un escritor que vivía en una playa tranquila, junto a una colonia de pescadores. Todas las mañanas, temprano, paseaba por la costanera para inspirarse y de tarde se quedaba en casa escribiendo.
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Un día, caminando por la orilla en la playa, vio una figura que parecía danzar.
Al aproximarse, observó a un joven agarrando estrellas de mar en la arena y, una a una, arrojarlas de vuelta al océano.
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- Por qué estas haciendo esto? - pregunto el escritor.
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- No lo ves? -dijo el joven-. La marea esta baja y el sol esta brillando. Si las dejo en la arena, se secaran al sol y morirán.
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- Muchacho, existen miles de kilómetros de playa en este mundo y cientos de miles de estrellas de mar desparramadas a lo largo de ellos. Qué diferencia hace? Tú devuelves algunas al mar, pero la mayoría morirá de cualquier forma.
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El joven tomó una estrella más de la arena y la arrojó de vuelta al océano.
Miró al escritor y dijo:
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- Para esa, yo hice la diferencia.
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Aquella noche el escritor no logró dormir; tampoco pudo escribir.
Por la mañana fue a la playa, aguardó al joven y junto a él comenzó a devolver estrellas al mar.

Extraído de la obra "El Arte de soplar brasas" de Leonardo Wolk.
El valor de los aciertos...
Un Profesor escribió así en la pizarra de su clase:
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En el salón no falto alguien que se percató del error y se burló del profesor. Al final todos comenzaron a reírse.
El profesor esperó a que todos se quedaran en silencio y dijo: “Es así como ustedes ven el mundo, me equivoqué a propósito para mostrarles como nos comportamos antes algún error que cometemos.Nadie te elogia o te felicita por haber acertado nueve veces, solamente te juzgan y se ríen en tu cara por haber cometido un error”.
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La moraleja es que debemos aprender a valorar a las personas por sus aciertos y no estar a la expectativa de sus errores.
